jueves, 30 de septiembre de 2010

El amor puede llegar a ser uno de los sentimientos más inseguros del mundo. En una definición cuasi literaria y ultra (alpedo)poética se podría decir que el amor es el miedo a no fallar. Nadie falla por amor (en cuestiones directas). Asimismo, si hablamos del 'dejar ir' es un obvio temor al fracaso amoroso. Quien deja ir a su ser amado, lo hace como rindiéndose antes de afrontar la derrota ante ese amor que no puede ser o no puede existir en la realidad.
Personalmente, opino que es una cagada hablar del amor como tal y tratar de definir, explicar y racionalizarlo. También opino que hablar de la forma de la que hablé recién tampoco está bueno. Voy a meterme en una enredadera (guarda!) pero es necesario, por otra parte, hablarlo y sacarlo para afuera. Entonces pasa que entramos en una disputa horrible. El hombre necesita (aunque no lo asuma) sentir eso, sentir devoción por alguien y sentir, un poco aunque sea, una respuesta a eso; y también necesita entender las cosas. El hombre no sería tal si (ojo que me pongo antropológico) no buscara respuestas. He ahí la cuestión: ¿El hombre necesita explicar al amor? Es más que probable que quiera pero ¿realmente lo necesita?
Obviedades.. 'no se puede porque es una emoción súper subjetiva y bla bla bla. Además bla bla bla'. Ok pero hay cosas de las que no se debería desligar el sentimiento. Retomo el principio. Si alguien siente amor por algo o alguien, lo último que quiere es fallar. Nadie quiere estropear, arruinar o destruir ese algo o alguien. Pero hay otro factor en juego: no hay una receta para el amor. Llegamos a otro interrogante ¿Qué hay que hacer para no fallar? No hay nunca nada seguro, aunque se dé lo mejor de uno. La inseguridad puede llegar a ser el primer paso al fracaso.. entonces ¿Qué hago para estar seguro si no hay nada que me asegure lo que tenga que hacer, si lo hago bien y, si en caso de que haga lo que tenga que hacer y lo haga bien, de todas maneras pueda fallar?
Me encantaría poder hacer de ésto un gran texto y poder rematar con una respuesta o, al menos, una conclusión pero no la tengo.

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